Dra. Joyce

La maternidad es un regalo increíble, un acto de amor y cuidado que transforma vidas. Existen muchas maneras de experimentar y asumir este rol: algunas personas lo viven con hijos humanos, otras con sus mascotas, convirtiéndose en verdaderas madres para esos seres que aman y cuidan con dedicación. Desde preparar sus alimentos y procurar su bienestar hasta anticiparse a sus necesidades y protegerlos del peligro, este instinto maternal es tan natural como poderoso. Pero, ¿qué pasa cuando ese impulso protector se traslada al entorno laboral? Es allí donde nace el concepto de «mamá gallina».

¿Qué es una mamá gallina en el trabajo?

Una mamá gallina en el trabajo es un estilo de supervisión donde el líder, con las mejores intenciones, protege en exceso a su equipo. Es el tipo de liderazgo que busca evitarles riesgos, filtrar problemas y minimizar los desafíos para que el equipo no «sufra» las tensiones propias del entorno corporativo. Este enfoque, aunque bien intencionado, limita su exposición, evita que enfrenten retos reales y los mantiene en una especie de «nido» corporativo. Lo que inicialmente parece una muestra de apoyo y cuidado, termina afectando profundamente el crecimiento del equipo y, por ende, el de la organización.

Cultura de tribu y su impacto en el crecimiento

Una mamá gallina provoca una cultura de tribu, un círculo cerrado donde los errores se justifican, las responsabilidades se diluyen y las oportunidades de crecimiento se pierden. Este ambiente fomenta una actitud defensiva hacia el resto de la organización y perpetúa un ciclo en el que el aprendizaje y la evolución se ven frenados. Al limitar el acceso a información clave y proteger en exceso, se debilita la capacidad del equipo para asumir sus propios desafíos y desarrollar resiliencia.

Las culturas de tribu suelen justificarse bajo la premisa de la «protección»; sin embargo, lo que realmente generan es un aislamiento que impide al equipo visibilizar su verdadero potencial. Las personas dejan de cuestionarse, de innovar y de evolucionar en sus roles, porque mamá gallina siempre estará allí para amortiguar los errores.

No es exclusivo de mujeres: El caso de los supervisores hombres

Y aquí está el detalle: esta actitud no es exclusiva de mujeres en posiciones de liderazgo. Supervisores hombres también pueden caer en esta dinámica, evitando compartir información clave para «proteger» a su equipo. En lugar de empoderar a sus colaboradores para tomar decisiones informadas, terminan gestionando un equipo que depende de su constante intervención para avanzar. Lo que quizás no consideran es que, al «protegerlos», también les están negando la posibilidad de comprender el contexto organizacional, tomar decisiones informadas y aprender de los desafíos.

La información es poder (y crecimiento)

Claro, siempre hay un grado de confidencialidad y discreción, pero cuando nos comportamos como mamá gallina, privamos al equipo de información crucial para su desarrollo y para entender el «por qué» de las decisiones que se toman. El acceso a información estratégica permite que los colaboradores se sientan parte del propósito organizacional, que identifiquen los desafíos y que, además, propongan soluciones alineadas a los objetivos del negocio.

Compartir información no solo empodera, también desafía a los equipos a pensar de forma crítica y a cuestionar procesos que pueden mejorarse. La transparencia organizacional es clave para que el talento florezca.

¿Cómo Liderar sin ser Mamá Gallina?

🎯 Estableciendo expectativas claras y medibles.

🌱 Brindando el espacio para que los errores se conviertan en aprendizaje.

📌 Compartiendo información estratégica que les permita ver el panorama completo.

🚀 Impulsando su autonomía para que asuman responsabilidades reales.

El liderazgo efectivo no se trata de proteger a toda costa, sino de equipar a las personas para enfrentar los desafíos y salir fortalecidos.

Lidera con propósito, No con protección

Un buen líder no es quien protege del error, sino quien empodera para enfrentarlo. No te conviertas en mamá gallina; convierte a tu equipo en protagonistas de su propio desarrollo. Cuando un líder asume el rol de facilitador en lugar de protector, permite que sus colaboradores florezcan, crezcan y descubran su verdadero potencial.

¿Estás listo para dejar el nido? Lidera con propósito y crea las condiciones para que tu equipo florezca más allá de los límites.