Dra. Joyce

 

Cuando pienso en liderazgo, claro que me vienen a la mente figuras visibles: líderes empresariales, mentores, jefes, coaches o referentes del mundo académico. Pero si hago una pausa y me pregunto cuál fue el primer modelo de liderazgo que vi de cerca —el más constante, el más humano, el más impactante—, la respuesta es sencilla y poderosa: mi papá.

Mi primer líder no tenía oficina propia ni títulos rimbombantes. No daba conferencias ni tenía un perfil de LinkedIn lleno de certificaciones. Pero fue quien, sin saberlo, sembró en mí valores, comportamientos y principios que hoy reconozco como esenciales para liderar.

Aprendí liderazgo en casa, mucho antes de entender qué era

Desde muy temprana edad, muchas de las habilidades que hoy aplico en mi trabajo, en mis relaciones y en mis metas personales, las absorbí en mi entorno más cercano. En mi caso, el ejemplo de mi papá fue una fuente constante de formación emocional, visión estratégica y liderazgo con propósito.

Hoy, en el Día de los Padres, quiero rendirle homenaje. Porque él marcó un antes y un después en mi concepto de lo que significa guiar, sostener y transformar. Aquí comparto algunas de las habilidades de liderazgo que heredé —y agradezco profundamente— haber aprendido de él:

Constancia: el poder de aparecer todos los días

Mi papá no hablaba tanto de metas: las cumplía. Día tras día. Sin aplausos. Sin premios. Con una responsabilidad silenciosa que hablaba por sí sola. Aprendí que liderar no siempre es grandilocuente, a veces es simplemente mostrarse, sostener y construir, incluso cuando nadie está mirando.

Liderar desde el ejemplo: coherencia antes que discurso

Mi papá no necesitaba discursos motivacionales. Él inspiraba desde la acción. Puntualidad, responsabilidad, honestidad, paciencia… No me las enseñó con palabras, sino con hechos. Su coherencia era su manera de formar. Y esa lección se me quedó grabada para siempre: un líder inspira más por lo que hace que por lo que dice.

Servir primero: estar al servicio del otro

Lo vi escuchar con atención, estar disponible, resolver sin drama, acompañar sin condiciones. Me enseñó que el liderazgo no es sinónimo de poder ni de control, sino de servicio. Aprendí que se lidera mejor cuando se prioriza el bienestar de quienes te rodean, cuando se está dispuesto a ayudar, a formar y a impulsar a otros.

Tomar decisiones difíciles: el coraje que no hace ruido

Vi a mi papá tomar decisiones incómodas, a veces duras, que no siempre eran bien recibidas. Pero las tomaba con firmeza y responsabilidad. Me mostró que un verdadero líder no le huye a la incomodidad. Que asumir lo difícil, con conciencia y empatía, también es parte del camino.

Liderar con humanidad: el corazón como brújula

Más allá de su firmeza, mi papá también me mostró el lado más humano del liderazgo. Ese que se expresa cuando se deja el cansancio a un lado para acompañar, explicar, escuchar o simplemente estar. Me enseñó que el liderazgo más poderoso es aquel que se sostiene con empatía, sensibilidad y amor genuino por los demás.

Hoy celebro ese liderazgo que rara vez se aplaude públicamente…

…pero que marcó profundamente quién soy y cómo me relaciono con el mundo. Hoy celebro a mi papá, por todo lo que me enseñó sin saberlo, por cada acto de servicio, de coherencia y de entrega. Él no necesitó títulos para ser el mejor líder que he conocido. Bastó con su ejemplo.

Porque hay quienes lideran empresas, y hay quienes lideran hogares. Ambos requieren visión, fortaleza, estrategia y, sobre todo, humanidad.

¡Feliz Día de los Padres!

Gracias, papá, por tanto. Por todo lo que me diste y por lo que sigo llevando conmigo en cada espacio donde tengo la oportunidad de liderar.

¿Y tú? ¿Qué habilidad de liderazgo aprendiste de tu papá o de una figura paterna? Me encantaría leerte en los comentarios.

 

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